Estudios, trabajo, estabilidad…muchas veces parece que nuestro día a día se haya convertido en una especie de carrera constante, ¿verdad?
Cuando hablamos de maternidad, en cierto modo, a muchas mujeres nos pasa algo parecido. Muchas veces anteponemos todo lo anterior, incluso por motivos sociales como puede ser la ausencia de una pareja estable, hasta que decidimos que hemos encontrado la estabilidad necesaria para buscar nuestro embarazo.
Por desgracia, en nuestro caso, nuestra edad biológica no concuerda muchas veces con nuestro momento vital. Es muy normal que una mujer decida, actualmente, ser madre a los 35, 36 o 37 años, pero, en base a la biología, puede ser tarde para quedarse embarazada de forma natural y debe recurrir a la reproducción asistida.
La vitrificación de la fertilidad se presenta como una oportunidad para que las mujeres podamos decidir cuál es el mejor momento para buscar nuestro embarazo y, más aún, poder hacerlo con nuestros propios óvulos.
¿Por qué la preservación de la fertilidad es tan importante para la mujer?
Cuando hablamos de mujer y embarazo, es inevitable hacerlo del factor edad. La relación entre ambas es algo fundamental en las opciones de lograr el embarazo de forma natural y, sin embargo, parece existir cierto desconocimiento o falta de concienciación sobre ello.
Desde la Unidad de Reproducción AISH no es la primera vez que intentamos informar y concienciar sobre ello.
Para explicarlo de una forma simple, podemos decir que las mujeres nacen con una cantidad limitada de óvulos que se van consumiendo a lo largo de su vida.
El problema más importante lo encontramos en que, a partir de los 35 años, además de descender la cantidad de óvulos que produce cada mes, también desciende su calidad. A partir de los 37 años este descenso empieza a ser muy pronunciado y cerca de los 40 años es muy difícil que se pueda conseguir el embarazo de forma natural.
Como os podéis imaginar, esta realidad de nuestro reloj biológico choca de frente con la realidad de muchas mujeres que, por los motivos que hemos visto al principio, deben retrasar el momento de buscar nuestra maternidad.
En este caso la vitrificación de los óvulos permite que las mujeres puedan preservar sus óvulos, por ejemplo, a los 32 años cuando su calidad es óptima, y mantenerlos preservados hasta que ellas decidan que ha llegado el mejor momento para buscar su maternidad.
Los óvulos vitrificados mantendrán las mismas condiciones de calidad que en el momento en el que se extraigan por lo que, en el caso de que no se logre el embarazo de forma natural, serán toda una garantía de éxito en un tratamiento de reproducción asistida.
¿Cómo se realiza el tratamiento para preservar la fertilidad?
El tratamiento para la vitrificación de los óvulos, nombre que recibe la técnica utilizada, es relativamente sencillo y consta de varias fases.
Como sucede en los tratamientos de Fecundación in Vitro (FIV), es necesario que el especialista, en base a los resultados de nuestra hormona Antimullerina – indicador de nuestro nivel de fertilidad actual – pautará la medicación necesaria para estimular que nuestro cuerpo produzca el mayor número posible de óvulos. De esta forma tendremos más opciones, no solo de tener un mayor número de óvulos, sino más opciones de tener óvulos de calidad.
La medicación, en este caso, consiste en la aplicación de inyecciones con hormonas durante un plazo aproximado de 8 a 12 días. Una vez los óvulos se encuentran en su momento óptimo de maduración se programa la punción ovárica, es decir, la extracción de los óvulos. Esta punción se realiza con una leve sedación para que la paciente no sienta ninguna molestia. Se trata de un procedimiento ambulatorio y solo un rato después de terminar, podrá volver a su domicilio.
Los óvulos obtenidos se vitrifican, es un proceso similar a la congelación, a -196º en nuestros criobancos. Una vez allí, no existe un límite temporal y los óvulos pueden permanecer durante años sin perder su calidad ni verse dañados, hasta que tomemos la decisión de que ha llegado el momento de ser madre.
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